Una noche, un zorro irrumpe en el gallinero y se lleva a una gallina ante los ojos asombrados de sus amigos: un oso, un conejo y un gallo. Los tres emprenden la persecución por bosques, montañas y mares… hasta descubrir que nada es como pensaban. Al no contener texto, la historia obliga a los lectores a mirar con atención, plantear hipótesis y cambiarlas cuando aparecen nuevas pistas: núcleo del pensamiento crítico en primer grado.
Rodriguez narra únicamente con imágenes secuenciadas. Los encuadres, los gestos exagerados y los colores cálidos permiten seguir la trama sin letras. El clímax ocurre cuando los perseguidores llegan a la guarida del zorro y lo encuentran cuidando con ternura a la gallina, ahora rodeada de huevitos. El final transforma por completo la idea inicial de “ladrón” y muestra que la primera impresión puede ser engañosa.
Antes de leer – Adivinamos la historia
Muéstreles la cubierta y pregunte: “¿Quién creen que es el ladrón? ¿Qué hará con la gallina?”. Anote las predicciones en un pliego grande para retomarlas después.
Durante la lectura – Pistas que hablan
En cada doble página, deténgase y pregunte:
¿Qué ven que cambió respecto a la página anterior?
¿Cómo se sienten los personajes? ¿Cómo lo saben?
¿Sigue siendo “malo” el zorro?
Así practican observar y justificar sus conclusiones con evidencias visuales.
Después de la lectura – ¿Qué aprendimos?
Vuelvan a las predicciones iniciales. ¿Se cumplieron o cambiaron? Cada estudiante explica por qué cambió de opinión, ejercitando la habilidad de revisar y ajustar hipótesis.
Actividad creativa – Historias al revés
En parejas, eligen un cuento clásico (Caperucita, Los tres cerditos) y dibujan una viñeta donde el “villano” en realidad ayuda o cuida. Presentan su nueva versión al grupo y explican qué pistas mostrarían para que los demás descubran la verdad. Esto refuerza la idea de mirar desde otro ángulo antes de juzgar.
En el aula
Arme un muro de hipótesis: al leer cualquier cuento, los niños colocan tarjetas “Creo que pasará…” y luego “Resultó que…”. Así normalizan el proceso de anticipar, comprobar y corregir ideas.
Modele el lenguaje de la evidencia: frases como “Lo pienso porque en la imagen se ve…” enseñan a fundamentar.
A nivel escuela
Organice una exposición de álbumes sin palabras en la biblioteca. Cada grupo decora un cartel con pistas que ayuden a “leer” su libro asignado. Se promueve el intercambio de estrategias de observación entre grados.
Con la comunidad
Realicen un picnic de libros mudos en el patio o parque. Familias y estudiantes “leen” las imágenes juntos y comparten cómo cambiaron sus suposiciones al avanzar. Se fortalece la cultura del diálogo y el cuestionamiento en casa.
Las propuestas permiten que niños y niñas:
Formulen suposiciones a partir de información limitada.
Observen con detalle y reconozcan indicios que confirman o refutan sus ideas.
Sean capaces de modificar sus creencias cuando surgen nuevas evidencias.
Trasladen ese proceso a otros ámbitos (aula, escuela, hogar), convirtiendo la reflexión en una práctica cotidiana para comprender y mejorar su entorno.