Guyi‑Guyi narra la historia de un huevo de cocodrilo que rueda hasta caer en el nido de una pata. El pequeño crece feliz entre patitos sin notar lo diferente que es… hasta que otros cocodrilos intentan convencerlo de comerse a su propia “familia”.
El relato plantea, con humor y ternura, preguntas profundas sobre identidad, pertenencia y toma de decisiones. Leerlo con niñas y niños de preescolar favorece una práctica reflexiva orientada al cuestionamiento de las condiciones del mundo que nos rodea y de nuestros propios razonamientos, para generar cambios benéficos en nuestro entorno social y natural.
Con ilustraciones vibrantes y un texto ágil, Chen muestra cómo Guyi‑Guyi debe decidir quién quiere ser: ¿un depredador como los otros cocodrilos o un hermano pato? Las imágenes aportan pistas —expresiones, colores, gestos— que permiten inferir sentimientos y motivaciones. Cada página invita a detenerse y preguntar:
¿Por qué rodó el huevo?
¿Es posible tener dos familias?
¿Cómo sabemos lo que está bien o mal?
Antes de abrir el libro
Muéstrales un huevo grande de cartón y pregúntales: “Si este huevo rodara lejos de su nido, ¿crees que importaría dónde nazca el polluelo? ¿Por qué?”.
Durante la lectura
1. Detén la historia en tres momentos: cuando Guyi‑Guyi nace, cuando se mira en el agua y cuando los cocodrilos lo tientan.
• Pide que describan lo que ven y lo que suponen que piensa el personaje.
• Invita a justificar cada idea con un detalle de la ilustración.
2. Cuando aparezca la frase “¡Cro-cro-croc!”, pregúntales qué puede significar en cada escena y si el sonido cambia de intención (amistad, amenaza, asombro).
Después de la lectura
3. Plantea el dilema: “Si fueras Guyi‑Guyi y tus nuevos amigos te piden hacer algo que sabes que está mal, ¿qué harías?” Anímalos a proponer varias soluciones y a explicar por qué serían útiles.
4. Crea un “cocopato” en papel: mitad pato, mitad cocodrilo. Comenten qué cualidades buenas hereda de cada especie y cómo combinaría ambas para cuidar la laguna. Así se refuerza la idea de que la diversidad puede generar respuestas creativas a los problemas.
En el aula
• Coloca dos imágenes: una donde Guyi‑Guyi juega con los patos y otra donde habla con los cocodrilos. Entrega tarjetas verdes (hechos) y azules (opiniones). Invita a pegar las verdes señalando lo que “vemos”, y las azules con lo que “pensamos”. Después, lean y discutan cómo convertir opiniones en preguntas de investigación.
• Practica la “pregunta por qué” encadenada: cada respuesta de un niño provoca un nuevo “¿y por qué?” hasta llegar a causas más profundas o descubrir que falta información.
Con la comunidad escolar
Organiza un mural titulado “Cuando somos diferentes”. Familias y niños pegan fotografías o dibujos que muestren dos maneras distintas de hacer la misma actividad (comer, saludar, vestir). Bajo cada imagen escriben una pregunta que invite a comprender, no a juzgar.
En el hogar
Envía una “guía de conversación” con tres preguntas para que el niño entreviste a un adulto sobre alguna ocasión en la que dudó entre seguir a un grupo o hacer lo que creía correcto. El día siguiente, los niños cuentan lo aprendido y extraen conclusiones sobre el valor de pensar por sí mismos.