Goyo es un pequeño monstruo “espantosamente fuerte, terriblemente ruidoso y horriblemente rápido”. Pero un día se pregunta si, además de todo eso, podría ser hermoso. Empieza entonces una búsqueda de respuestas: consulta a mamá, a papá y a cuantos lo aman, cada uno con distintas razones para considerarlo “precioso… a su modo”. El cuento se convierte en punto de partida para que las niñas y los niños se cuestionen qué significa “ser bonito” y por qué solemos medirnos con criterios externos.
El humor y la ternura dominan las escenas: colores vibrantes, tipografías juguetonas y primeros planos de la “barriga grasienta” o los “pies que huelen a queso”. Esa exageración caricaturesca permite observar cómo la percepción cambia según la mirada de quien describe. El libro no ofrece una definición única de belleza; al contrario, conduce a reflexionar sobre la diversidad y la autoaceptación. Para tercero de primaria —edad en que los alumnos empiezan a comparar rasgos físicos y habilidades— la historia facilita debatir estereotipos y sustentar opiniones con ejemplos concretos.
A. ¿Qué es “hermoso” y quién lo decide?
Después de la primera lectura, escriban en el pizarrón todo lo que a Goyo le parece “monstruosamente horrendo” de sí mismo. A un lado, anoten lo que su familia valora. Comparen ambos listados y discutan:
¿Por qué un mismo rasgo puede verse como defecto o virtud?
¿Con qué argumentos defiende cada personaje su postura?
Se ejercita la comparación de perspectivas y la evaluación de evidencias.
B. Investigación relámpago: belleza en la naturaleza
En equipos, busquen ejemplos de animales o plantas que resulten “feos” a primera vista (murciélagos, sapos, cactus), pero cumplan funciones vitales. Cada grupo expone un dato que justifique su importancia ecológica. Así conectan la idea del cuento con el mundo real y practican búsqueda y síntesis de información.
C. Debate “Pro y Contra los Estereotipos”
Propongan la afirmación: “Para ser aceptado, hay que ser bonito”. Un pequeño comité defiende (pro) y otro rebate (contra). Cada argumento debe incluir una evidencia del libro o de la investigación del punto B. Al final, votan qué razonamiento fue más sólido y por qué, reforzando la valoración crítica de argumentos.
D. Proyecto creativo: “Diccionario de bellezas monstruosas”
Cada estudiante ilustra un rasgo considerado “horrible” (pecas, nariz grande, voz chillona) y escribe debajo una razón que lo haga único y útil —“Voz chillona: perfecto para que mi equipo me escuche en el recreo”. El diccionario colectivo se encuaderna y se expone en la biblioteca del aula, promoviendo la re‑significación positiva de la diversidad corporal.
Caja de preguntas socráticas: El alumnado deposita dudas anónimas sobre la belleza, la fama o la presión social. Cada día analizan una, distinguiendo hechos, creencias y sentimientos.
Entrevista a un experto: Inviten a un artista plástico o ilustrador local para conversar sobre cómo decide qué “se ve bien” en sus obras y si alguna vez ha usado la fealdad como recurso estético. Los niños preparan preguntas basadas en lo discutido, afianzando la planificación de indagaciones.
Conexión familiar: Envíen la actividad “Historias de mi cicatriz o lunar”: cada integrante de la familia cuenta el origen de una marca o rasgo singular y cómo aprendió a valorarlo. Los estudiantes comparten esas anécdotas en clase para ampliar la conversación.