CAPÍTULO 1
Eje articulador: Apropiación de las culturas a través de la lectura y la escritura
El sol apenas despuntaba en la densa selva de Yucatán cuando el alegre reloj cucú empezó a dar las campanadas matutinas. Era la señal de que el nuevo día había comenzado en la casita de la familia de Betoh, el pájaro Toh, cuyo hogar colgaba del árbol más bonito de la región.
—¡Betoh, despierta!— canturreó su mamá desde la puerta. —¡Hoy es un día muy especial!—
Betoh se desperezó, alzó sus coloridas plumas y estiró su larga cola. Siempre había sido presumido, pero desde que aprendió la lección de la humildad, su entusiasmo ahora se centraba en descubrir cosas nuevas. Al salir de la casita cucú, observó el cielo pintado de naranjas y rosas. Con un aleteo rápido, emprendió su nueva aventura.
Esa mañana, Betoh volaría hasta la Feria Internacional de la Lectura y la Escritura, un evento que reunía a aves y animales de muchas partes del mundo para compartir historias, leyendas y libros de todo tipo. Había oído que allí encontraría un sinfín de conocimientos y relatos fascinantes.
Con cada aleteo, Betoh iba sintiendo la emoción crecer:
—¿Qué tesoros encontraré? ¿Cómo serán las historias de otros rincones de la selva y más allá?— se preguntaba.
Al llegar a la feria, se maravilló al ver a un tucán leyendo en voz alta un cuento africano, mientras un jaguar de ojos profundos hojeaba un libro lleno de ilustraciones del lejano Oriente. Al fondo, un grupo de flamencos discutía sobre poesía de la región andina. En un improvisado escenario, un coatí recitaba leyendas mayas con gran pasión, recordándole a Betoh sus propias raíces en la selva yucateca.
—¡Bienvenido, Betoh!— saludó un viejo búho bibliotecario, con gafas que le daban un aire sabio. —Aquí compartimos y respetamos las tradiciones de muchos lugares. Todos traen sus historias y se llevan otras. ¡Pasa, diviértete y aprende!—
Betoh recorrió cada puesto con los ojos brillantes. Descubrió palabras que jamás había escuchado, y leyó historias que lo transportaron a otros paisajes: desiertos, montañas nevadas, grandes ríos y selvas tan diferentes a la suya, pero igual de mágicas. Comprendió que la lectura y la escritura no eran solo para entretenerse; también eran la llave para entender la diversidad de culturas que habitaban el mundo.
Después de varias horas, Betoh sintió que su corazón palpitaba de emoción. Había intercambiado un cuento tradicional maya por un poema caribeño, y hasta aprendió a escribir su nombre con caracteres de una lengua que no conocía. Al despedirse, el viejo búho le dijo:
—Llévate esta historia contigo, y compártela con tu familia. Así la tradición seguirá viva, y cada vez más voces se escucharán.
El reto del capítulo
Para leer: Busca un cuento o leyenda de una cultura diferente a la tuya. Puede ser un relato de otro país o de otra región de tu país. Léelo con atención y compártelo con alguien más.
Para escribir: Crea un breve texto (puede ser un párrafo o un poema corto) sobre algo que hayas aprendido de esa historia. Describe qué sentiste al conocer algo nuevo sobre otra cultura.
Con esta primera aventura, Beto se sintió más enriquecido que nunca. Emprendió el vuelo de regreso a su siguiente destino, decidido a seguir con su travesía a lo largo del día, para después contar cada una de sus experiencias en la casita cucú donde su familia lo esperaba al caer la noche.