CAPÍTULO 5
Eje articulador: Artes y experiencias estéticas
Tras su encuentro con la colibrí Mariana y la reflexión sobre la importancia de una vida saludable, Beto emprendió nuevamente el vuelo, sintiendo el calor suave del sol de la media tarde sobre sus plumas. Mientras se elevaba por encima de los árboles, escuchó un murmullo en la distancia. Intrigado, se acercó y descubrió una escena maravillosa: un claro de la selva adornado con telas de colores, dibujos colgantes y, en el centro, un pequeño “escenario” natural hecho de madera.
A su alrededor, varias aves, monos y otros animales de la selva practicaban distintas expresiones artísticas. Un grupo de flamencos ensayaba un baile elegante, moviendo sus esbeltas patas al ritmo de una música suave. Un mono araña pintaba lienzos coloridos con pigmentos naturales, mientras un grupo de ranas arbóreas de brillantes tonalidades entonaba un coro melodioso que hacía vibrar el ambiente.
—¡Qué maravilla!— exclamó Beto, maravillado por la armonía de formas, sonidos y colores.
—¡Bienvenido!— dijo el mono araña, con una gran sonrisa y pincel en mano. —Estamos preparando un festival de arte para compartir nuestras creaciones. ¿Te gustaría unirte?
—¡Por supuesto!— respondió Beto entusiasmado.
Primero, se acercó a los flamencos para intentar seguir sus pasos. Aunque su larga cola no le permitía moverse con tanta gracia, descubrió que podía improvisar pequeños saltos y giros. Las aves rosadas se sorprendieron de la creatividad de Beto, y pronto adaptaron la coreografía para que él formara parte de la danza.
Luego, el mono araña le ofreció un lienzo en blanco y algunos pigmentos naturales extraídos de frutos y hojas. Beto, sin mucha práctica, comenzó a deslizar el pincel tímidamente, pintando plumas y huellas de la selva. Al final, su obra era sencilla, pero reflejaba sus colores favoritos: el verde profundo de los árboles y el brillo anaranjado del sol.
Por último, escuchó a lo lejos el coro de las ranas arbóreas; sus cantos se mezclaban con instrumentos hechos de bambú que tocaban unos coatís. En un arranque de inspiración, Beto se unió con un trino suave, descubriendo que su propia voz podía añadir un matiz especial a la melodía.
Al terminar la sesión, todos se reunieron para apreciar las creaciones. Un joven jaguar aplaudió con sus enormes patas y exclamó:
—¡Qué bello es ver cómo cada uno expresa su esencia a través del arte! ¡La danza, la música, la pintura… todo nos conecta y nos hace sentir parte de algo más grande!
Beto sintió una calidez profunda: era la fuerza de la expresión artística, la magia de compartir las emociones con otros. Comprendió que el arte trasciende lenguajes y diferencias, uniendo a todos los seres de la selva bajo una misma armonía.
El reto del capítulo
Para reflexionar: ¿Qué tipo de arte te llama más la atención (danza, pintura, música, teatro, poesía, etc.) y por qué crees que te gusta tanto?
Para actuar: Elige una forma de arte que nunca hayas intentado o que no practiques con frecuencia (cantar, dibujar, bailar, etc.) y anímate a crear algo sencillo. Puede ser un dibujo, un paso de baile o una pequeña canción. ¡Comparte tu creación con alguien cercano y disfruta de esa experiencia!
Con el corazón lleno de inspiración, Beto se despidió de sus nuevos amigos artistas. Levantó el vuelo, ansioso por continuar su viaje y reunir más lecciones que, al caer la noche, compartiría con su familia en la acogedora casita cucú, en el árbol más bonito de la selva.