CAPÍTULO 4
Eje articulador: Vida Saludable
El sol se encontraba en su punto más alto, derramando sus rayos dorados sobre la selva yucateca. Beto, con las alas un poco cansadas después de sus tres aventuras matutinas, decidió hacer una breve pausa en un tranquilo claro, rodeado de plantas verdes y un riachuelo de agua cristalina.
Al posarse en una rama, notó a su amiga Mariana, una colibrí incansable que, con un rápido aleteo, se acercó para saludarlo. Sin embargo, Beto se dio cuenta de que Mariana se veía algo exhausta y con poca energía.
—¿Te encuentras bien, Mariana?— preguntó Beto con preocupación.
La pequeña colibrí suspiró:
—He estado volando sin parar de un lugar a otro, polinizando flores y buscando mi alimento, pero casi no he dormido ni bebido agua… y tampoco he prestado atención a la calidad de mi comida. Siento que me falta fuerza.
Beto, recordando las enseñanzas que había ido recopilando, pensó en lo importante que eran los buenos hábitos para mantener la salud. Recordó, además, la feria de lectura, donde leyó acerca de cómo diferentes especies cuidaban su alimentación, su descanso y su ejercicio diario.
—Mariana, la vida saludable no solo es para los demás; ¡también para ti!— exclamó con entusiasmo.
—¿Qué podría hacer?— preguntó ella, con las plumas algo decaídas.
Beto sonrió y comenzó a compartir lo que sabía:
Hidratación: Le explicó que en los días calurosos de la selva, era vital beber agua fresca de los riachuelos.
Alimentación balanceada: Si bien los colibríes se alimentan principalmente de néctar, recomendó buscar flores que proporcionaran nutrientes variados y, en ocasiones, frutos dulces para complementar su energía.
Descanso adecuado: Aun un ave tan veloz necesita pausas para dormir y recargar energías.
Actividad y ejercicio consciente: Volar es su forma natural de ejercicio, pero no hay que exagerar hasta caer rendido; más vale equilibrar el tiempo de aleteo con momentos de quietud.
Mientras conversaban, otros animales cercanos escuchaban atentos. Un mono araña, que se encontraba recogiendo frutos, asintió con la cabeza:
—A mí me pasa lo mismo. A veces me olvido de descansar para trepar más árboles, y al final del día termino sin fuerzas— comentó.
Juntos, decidieron crear un pequeño plan de cuidado para compartir con todos los habitantes de la selva. Se comprometieron a promover la importancia de la hidratación, de variar la dieta con frutos y semillas naturales, así como de respetar las horas de sueño.
En cuestión de unos minutos, Mariana bebió un poco de agua, probó jugo de fruta fresca y descansó al cobijo de las ramas. Sus plumas recobraron brillo, y su aleteo volvió a ser tan ligero como antes. Con un agradecido zumbido, le dijo a Beto:
—Gracias por recordarme lo importante que es cuidar mi salud. Ahora puedo seguir con mis actividades de forma responsable y plena.
El reto del capítulo
Para reflexionar: Observa tus hábitos diarios. ¿Te hidratas lo suficiente? ¿Duermes las horas necesarias? ¿Incluyes alimentos variados en tus comidas?
Para actuar: Crea una pequeña “rutina saludable” de un día, donde incluyas momentos de descanso, comidas balanceadas y agua en abundancia. ¡Cumple tu plan y comparte tus resultados con alguien cercano!
Renovado al ver cómo un poco de atención a la salud podía cambiar el día de Mariana, Beto retomó su vuelo. Sentía sus propias alas llenas de vida, listo para continuar aprendiendo en su viaje. El sol seguía su camino, y Beto lo acompañaba, rumbo a la siguiente aventura que le esperaba antes de caer la noche y volver a su casita cucú con su familia.