Una tarde, mientras exploraba las ruinas de una antigua pirámide maya, Betoh escuchó rumores de que algunos frutos habían desaparecido misteriosamente. Varios animales estaban confundidos y preocupados. En lugar de asustarse, Betoh decidió investigar con atención.
Examinó pistas: huellas pequeñas, restos de frutas mordisqueadas y hasta plumas desconocidas. Pensó cuidadosamente hasta descubrir que no había ningún ladrón, solo una familia de mapaches hambrientos y tímidos. En lugar de culparlos, Betoh propuso compartir los frutos entre todos y plantar más semillas juntos.
Con eso, Betoh aprendió que pensar con claridad y empatía puede resolver los problemas más complicados.